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Business á la mode. Natalia Mendoza B.

Hablando de marcas, redes sociales y responsabilidad


 

Bastante hemos escuchado desde hace algunos meses acerca de diversos fraudes que ocurren dentro de las redes sociales que ponen en tela de juicio la credibilidad no solo de influenciadores y diversas figuras públicas, sino a la vez el papel que como marca desarrollamos en medio de este mundo digital haciendo que las personas, mis clientes y el mercado se pregunten ¿qué está pasando? Y qué medidas van a tomar las empresas de moda para realmente hacer frente a una situación que se está saliendo de las manos.

La realidad es que como creadores de una marca tenemos una responsabilidad en nuestras manos aún más grande de la que creemos cuando de redes sociales se trata, no es simplemente buscar el posicionamiento y los seguidores a como dé lugar es una responsabilidad basada en la credibilidad y la honestidad que le vamos a ofrecer a quienes han depositado su confianza en nosotros y la manera cómo podemos castigar a quienes caen en malas prácticas.

Imagen izquierda tomada de: https://dutchdigitalagencies.com

Nuestra responsabilidad como marcas inicia desde el momento que ofrecemos nuestro producto, hablar de sus características, nuestro valor agregado, ADN y lo que nos hace diferente, que sea REAL y que cumpla esas expectativas que nuestro público crea en su mente al vernos en sus redes sociales, una responsabilidad que trasciende al ámbito de lo jurídico al darle derechos de autor a quienes detrás de cámaras están ayudándonos ya sea con fotos, maquillaje, modelos o incluso marcas aliadas quienes estratégicamente buscamos en colaboración para complementar de manera asertiva nuestro producto, pero con el boom de los influenciadores la responsabilidad aumenta, y con ello el cuidarnos en salud como dirían nuestras abuelas, casos como los de Rawvana han dejado ver la irresponsabilidad y falta de consciencia para ofrecer promesas falsas, comprar seguidores, likes y lo que es peor atentar contra la salud de quienes realmente creen y confían en estos autoproclamados influenciadores, como marcas estamos en el deber de castigar este tipo de prácticas, no se trata de contratar a un influenciador por el número de seguidores o likes que genere ¿de qué me sirve si al final resulta ser descubierto como un fraude y por ende como marca también perderé credibilidad, público y ventas? Más que una cuestión monetaria y de imagen es una cuestión de moral y de respeto hacia nuestro público, si desde un inicio hacemos un estudio detallado de aquellas personas con las cuales deseamos hacer una colaboración evitando caer en la trampa de los números estamos siendo responsables de nuestro papel como marcas en medio de este mundo de instagramers y youtubers, y en muchos casos tener que recurrir a la cancelación de contratos, alianzas y patrocinios es una de las muchas formas para manifestarse como marca en medio de fraudes, escándalos y deshonestidad como fue el caso de la actriz Lori Loughlin y su hija.

Esta es una de las tantas malas prácticas en el uso de instagram que realmente se convierte en un fraude. NO CAIGAN EN ELLO

Si como marca fuéramos conscientes del impacto que podemos generar y de la magnitud de responsabilidad y compromiso que tenemos con el público lograríamos hacer un alto quizás no al 100% pero si a gran parte de estos personajes que se aprovechan de la necesidad, la tecnología y la publicidad gratis incurriendo en fraudes, que lastimosamente en muchos casos son cometidos por las mismas marcas, en un afán de crecer, posicionarse y vender ganando el impulso por comprar seguidores, likes o cuentas dedicadas a revenderse con un número significativo de seguidores en sus páginas.

Ahora la pregunta es ¿Qué puedes hacer tu desde tu marca para contribuir y dar ejemplo de responsabilidad? Es lo mínimo que le debemos a nuestro mercado y a nuestro trabajo arduo y constante.

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